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Fundamentos científicos de la Astrología
por José Carlos Fernández
Cuando estudiamos las antiguas civilizaciones nos sorprende como una presencia permanente en las mismas, el afán con que estudian los astros. Por veces sus conocimientos nos producen pasmo; como el de la estructura triple de la estrella Sirio entre los dogones, o el de los anillos de Saturno en las tablillas sumerias. Es un hecho probado, ver las obras de R. Temple, el uso de instrumentos ópticos en civilizaciones tan distantes como Roma y China, por ejemplo; y en los códices aztecas aparece figurada con precisión la estructura de la sangre tal y como la conocemos hoy de leucocitos, glóbulos rojos y plaquetas. El mismo Platón reconoce que la Astrología o Matemática Celeste es el fundamento de todo conocimiento sobre la naturaleza, según el conocido principio griego y egipcio: “Así como es arriba es abajo”, y la misma Alquimia, alma y madre de la química moderna profundiza en las mutaciones de la naturaleza en correspondencia con las influencias estelares.
Sin embargo el auge del escepticismo y del materialismo en el siglo XIX llevaron a considerar todos estos conocimientos como fantasías precientíficas; y lo que es peor, a no dar validez a experimentos científicos de importancia trascendental a la hora de reivindicar lo mejor del pensamiento antiguo.
El cambio que se ha operado en las mentes científicas en los últimos 30 años esta quebrando el paradigma materialista y por lo tanto abriendo la puerta a determinados conocimentos y experiencias que devuelven su protagonismo a enseñanzas tradicionales como pueden ser la Alquimia, la Astrología, la Simbología (y la operatividad de los símbolos en la psique, sólo por mencionar un ejemplo), la Arquitectura y la Geometría Sagrada, etc, etc.
Internet promueve la fácil y rápida difusión de libros y trabajos de investigación que antes hubieran sufrido los efectos de una “conspiración del silencio”. “Conspiración” que muchas veces es, como dice James Lovelock, simplemente el efecto de una especialización estéril que pierde el sentido de unidad; y otras es porque la Ciencia ha perdido gran parte de su independencia y libertad, esclavizada a los poderes fácticos, es decir, económicos.
Respecto de la Astrología no es difícil encontrar trabajos científicos y serios de investigación que están conmoviendo desde sus cimientos la lógica causal científica y estableciendo otros patrones de vinculación entre los seres y procesos de la naturaleza distintos a los burdamente mecánicos.
Algunos de estos trabajos provienen de principios del siglo XX y han sido olvidados, o silenciados o estigmatizados; y ahora, en el siglo XXI otra vez reivindicados (tal es el curso, tales son los ciclos del pensamiento humano). Otros son de estos últimos años, como las obras de Percy Seymour y sus estudios sobre el magnetismo solar y terrestre; y han entrado de lleno en la palestra de combate que les permita hallar el lugar natural que les corresponde en la conciencia de sus contemporáneos.
En síntesis, destacan las investigaciones de:
Michel Gauquelin (1928-1991), un psicólogo francés. Con sus trabajos de estadística y caracteriología demuestra las influencias de los astros que en las cartas zodiacales están en las llamadas- por él- zonas de influencia; es decir el Ascendente, Descendente, Medio Cielo y Fondo de Cielo de la astrología tradicional.
Percy Seymour (1938-), con doctorados en astronomía y astrofísica es director del William Day Planetarium y principal catedrático de astronomía en la Universidad de Plymouth. Es autor de los libros: Cosmic Magnetism, Halley`s Comet, The Scientific Basis of Astrology, Astrology: The Evidence of Science, The Paranormal: Beyond Sensory Science y Adventures in Astronomy. En los subrayados es donde desarrolla un modelo físico, que fundamentado en mecánica de fluidos y en sus conocimientos de magnetismo cósmico, explica de un modo serio y científico cómo el movimiento de los astros afecta, a través de lo que el llama mareas magnéticas y resonancia, la actividad del sol y sus irrupciones magnéticas, que a su vez se extienden por todo el sistema solar. Los seres humanos incorporan, dice, dichas vibraciones magnéticas armónicas o inarmónicas a través de la glándula pineal, que actúa de un modo selectivo según la naturaleza astrológica de cada individuo.
Giorgio Picardi (m. en 1972), el principal investigador del Instituto de Física- química de la Universidad de Florencia, donde se dedicó a estudiar los llamados fenómenos de interfase y superficie, y sus aplicaciones en el campo biológico. En particular los fenómenos de fluctuación físico-químicos debidos a variaciones medioambientales y… ¡astrológicas! Más específicamente, demostró que el movimiento de los astros modifica el comportamiento de los coloides, y no lo hacen sólo las luminarias, el Sol y la Luna, lo que sería fácilmente explicado por el efecto de la gravedad, sino también otros astros de aparente menor importancia. Llegó a medir en base a la variación de comportamiento de sus coloides- soluciones de cloruro de bismuto hidratado- la inversión de marcha del planeta que habitamos respecto del plano de la galaxia a la que pertenece el Sol. La importancia de estas investigaciones estriba en que todos lo seres vivos somos, física y químicamente hablando, soluciones coloidales. Publicó más de doscientas monografías y comunicaciones, y es una de ellas, The Chemical Basis of Medical Climatology la más conocida porque fue editada en forma de libro.
Nick Kollerstrom, graduado en Ciencias en Cambridge. Ha realizado excelentes estudios sobre la relación del comportamiento de las plantas y de los metales en concordancia con el movimiento y naturaleza de los astros. En sus obras Astrochemistry y The Metal- Planet Relationship traza un paralelo entre la ordenación ptolemaica de los planetas y muchas de las propiedades físicas y químicas de los siete metales asociados.[1] Es importante recordar que el orden de Ptolomeo: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno, se fundamenta en la velocidad angular de dichos astros observados desde la tierra. Brillo, resonancia, maleabilidad y conductividad (eléctrica y térmica) son todas superiores en la plata y decrecen según el orden antedicho hasta llegar al plomo, quien más débilmente exhibe estas propiedades que caracterizan a los metales. Afirma, como hizo la sabiduría tradicional durante milenios, que los siete metales fundamentales representan algo así como las siete notas de la escala musical; y que así como existe una gran variedad de notas intermedias dentro de dicha escala, así también podemos reconocer “tonos intermedios” entre los metales. Y no sólo analiza compara y encuadra según esta lógica “alquímica” las propiedades físicas de los metales, sino también las químicas, como la Valencia[2] y la electronegatividad, según las siguientes tablas.[3]
Nick Kollestrom en la obra ya mencionada The Metal-Planet Relationship: A Study of Celestial Influence, tambien destaca los experimentos realizados a principios del siglo XX en 1930 por Kolisko, siguiendo las indicaciones de Rudolf Steiner. Trabajando con soluciones de sales metálicas, demostró un cambio radical de comportamiento del metal en la solución cuando su planeta regente atravesaba un momento “crítico” de conjunción, ocultamiento, cuadratura u oposición. El experimento es sencillo y dichas soluciones, al precipitarse en papel secante dejan una huella visual del cambio de carácter. Quizás el más impresionante sea el que muestra los cambios de color experimentados en el papel en soluciones coloidales de oro durante un eclipse de Sol. Asombrosas son, también, las formas de apariencia tridimensional que aparecen en el papel secante durante los minutos que duran determinadas conjunciones, especialmente la de Luna- Saturno, que nos hace pensar en las formas de los “mil” senos de la Artemisa de Efeso, diosa griega regente de la Luna.
Completa el trabajo de investigación y reflexión filosófica de Kollerstrom la comparación que hace entre el comportamiento y la utilidad de los metales, y las actividades asociadas por la mitología griega con sus planetas y dioses regentes. Otros autores, como L.F.C. Mees han profundizado en esta naturaleza viva de los metales.[4]
Frank McGillion, doctor en Medicina por la Universidad de Glasgow, en la especialidad de Neurofisiología y Psicofisiología con post-doctorado en Oxford. Es un investigador ecléctico y polémico de la historia de la medicina y de la sabiduría antigua. En su obra The Opening Eye, hace un estudio sobre la glándula pineal como clave de la relación entre el cuerpo y mente humano y los factores ambientales (que incluyen geomagnéticos, fenómenos cosmológicos, radiaciones y contaminación electromagnéticas y la posición y movimiento de los astros en el cielo). Conceptos como “la armonía de las esferas”, alquimia de transformación y poder de las formas geométricas hallan una explicación científica con el estudio de este “Ojo abierto a los cielos” que es la glándula pineal. En el artículo The Pineal Gland and the Ancient Art of Iatromathematica, defiende con fundamentos cientificos serios y definidos el arte de la medicina de Paracelso y de los médicos astrólogos de la Antigua Grecia y la importancia de la melatonina segregada por la glándula pineal en los mecanismos de sensibilización a las influencias “astrales”.
Etienne Guillé: Doctor en Ciencias y agregado de Matemáticas que enseña en la Universidad de Paris Sur (Orsay). Desde hace algunos años estudia el mecanismo del cáncer animal y humano en el departamento de biología molecular de Orsay y en el Instituto de Curie. En su libro LÀlchimie de la Vie evoca la resonancia vibratoria entre los siete metales alquímicos presentes en la molécula de ADN y las vibraciones procedentes del Cosmos, especialmente la de los planetas regentes de dichos metales. En cada cromosoma, expone, la molécula de ADN contiene metales que juegan un papel fundamental en la apertura de la cadena molecular. Etienne Guillé percibió que ciertos metales ( los siete metales de la astrología, precisamente) tienen la posibilidad de entrar en la molécula y abrirla. Se dio cuenta además que los nexos entre las moléculas de ADN y los metales varían en el curso de su desarrollo celular. Explica que el lenguaje de la vida es vibratorio, que no sólo existe movimiento, sino vibración en el átomo, en la molécula y en la secuencia de ADN. El lenguaje de la vida tal y como la concebimos ahora –la vida orgánica- estaría basada en estas emisiones vibratorias de estas secuencias de ADN presentes en la conformación específica de las células de todos los seres vivos. Las propiedades numéricas y también holísticas de este lenguaje permiten trazar y describir la constitución visible e invisible del ser vivo. La aplicación de este lenguaje a toda clase de acontecimientos de la vida y de sus perturbaciones le permiten llegar a la conclusión de que todo ser vivo sería el soporte de dos clases de herencia: la una, material, dada por la molécula de ADN, ligada a la estructura lineal de sus nucleótidos y la otra, vibratoria, que se superpone a la primera y la anima a través de energías específicas proveniente del Cosmos y de la Tierra.
Otra fuente de explicaciones y demostraciones de por qué actúan los astros en la naturaleza viene dada por las investigaciones sobre la energía asociada a las formas geométricas[5]. Aquí hay decenas de autores y cientos de estudios entre los que podemos destacar los del geólogo Dr Bogdanov y los campos vibratorios de la Tierra en concordancia armónica con las pirámides[6]. Destacar, a propósito de las pirámides, los trabajos y experimentos realizados por la Academia Nacional Rusa de Ciencias sobre los efectos de las “ondas de forma” de las mismas, y donde se demostró: El incremento en la formación de leucocitos en la sangre y en la velocidad de regeneración de tejidos, el mayor crecimiento (de un 30 al 100 % en 5 días) de las semillas agrícolas, pérdida de viscosidad en el petróleo en un 30 %, disminución de la agresividad en los presos, aumento de la potencia de los fármacos y disminución de sus efectos secundarios, aumento en la supervivencia de tejidos celulares infectados por virus y bacterias, disminución de los niveles de radioactividad de residuos radioactivos situados en pirámides, carga espontánea de las baterías, cambios en los límites de la temperatura de superconductividad, en las propiedades de semiconductores y materiales de carbón, mayor dureza y pureza de los diamantes sintetizados en su interior, disminución de la temperatura de congelación del agua hasta 40 grados bajo cero, y el agua retiene esta propiedad durante años, etc, etc.
Tal y como Kepler demostró, las órbitas de los planetas se ajustan a los límites (y por lo tanto, a la forma) de determinados sólidos platónicos, cuerpos geométricos de extrema importancia, cuyas “ondas de forma” deben ser irradiadas en todo el sistema solar. Si a ello le sumamos las formas estrelladas que los planetas trazan en su curso aparente, visto desde la tierra, es fácil pensar en un efecto vibratorio poderoso. Quizás el investigador que más profundamente haya estudiado Geometría Sagrada haya sido Schwaller de Lubicz, un auténtico Iniciado en los arcanos de la matemática. Reivindica el pensamiento matemático astrológico de Kepler y hace percibir con claridad que la ciencia cuando es interpretada con la seriedad y trascendencia de un Kepler , lleva fácilmente al místico entusiasmo. A la percepción de la voluntad de Dios en las Leyes de la Naturaleza, a la percepción de la Inteligencia divina en la maravillosa mecánica y economía de sus formas; y de su amor y sabiduría en el movimiento de la Vida, en la divina perennidad de la misma, más allá de todos los cambios. Es necesario, muchos científicos e investigadores de la verdad ya lo están viviendo, un renacimiento de las virtudes y valores internos que posibiliten penetrar en el Alma de la Naturaleza, tal y como de forma maestra expresó la genial H.P. Blavatsky en su libro Voz del Silencio:
“AYUDA A LA NATURALEZA Y CON ELLA TRABAJA, Y LA NATURALEZA TE CONSIDERARÁ COMO UNO DE SUS CREADORES Y TE PRESTARÁ OBEDIENCIA. Y ANTE TI ABRIRÁ DE PAR EN PAR LAS PUERTAS DE SUS RECINTOS SECRETOS, Y PONDRÁ DE MANIFIESTO ANTE TUS OJOS LOS TESOROS OCULTOS EN LAS PROFUNDIDADES MISMAS DE SU SENO PURO Y VIRGINAL. NO CONTAMINADOS POR LA MANO DE LA MATERIA, MUESTRA ELLA SUS TESOROS ÚNICAMENTE AL OJO DEL ESPÍRITU, OJO QUE JAMÁS SE CIERRA, Y PARA EL CUAL NO HAY VELO ALGUNO EN TODOS SUS REINOS “
José Carlos Fernández
Oporto, 7 de Abril, 2005
[1] Según la alquimia y astrología clásica la Luna rige la plata, Mercurio el metal del mismo nombre, Venus el cobre, el Sol rige el oro, Marte el hierro, Júpiter el estaño y Saturno el plomo.
[2] Es curioso pensar que los metales que tienen mayor conductividad, brillo y proporcionan el sonido más puro son aquellos cuya capacidad o “necesidad” de combinación es menor, mientras los más pesados y oscuros exhiben una tendencia más pronunciada. El plomo, que corresponde a Saturno, tiene las valencias 2 y 4.
[3] Los potenciales de electrodo de dichos metales son los standar, dados por su valencia más común.
[4] Ver su obra “Living Metals”
[5] O en general, a las formas, y que es uno de los estudios del Feng Shui
[6] Según los músicos chinos e ingenieros acústicos modernos, el Tierra en el espacio genera una vibración de bajísima frecuencia pero muy poderosa afinada en el FA de la escala de Do. Toda la naturaleza responde con su propia vida y vibración, como un coro con sus mil armónicos, a esta tónica vibratoria propia, sólo, de la Tierra, y que los egipcios vincularon al color verde. Es interesante destacar que toda la Gran Pirámide, y de un modo purísimo y especialísimo, la llamada Cámara de Keops, vibra en esta nota musical, mientras que el “sarcófago de resurrección” realizado en granito rojo y solucionando el famoso problema de la matemática griega de la duplicación del cubo (un perfecto 2 es la relación entre el volumen exterior y el interior del mismo), lo hace en un purísimo LA.
Recordemos también la explicación de H.P. Blavatsky sobre esta música de la Naturaleza. Comentando el texto de Los Siete Portales, incluido en Voz del Silencio, “¿Has puesto a tono tu corazón y tu mente, con la gran mente y corazón de la Humanidad entera? Porque así como en la rugiente voz del Río sagrado resuenan a manera de eco los sonidos todos de laNaturaleza, así también el corazón de aquel que pretenda entrar en la corriente debe vibrar respondiendo a cada suspiro y pensamiento de todo cuanto vive y alienta” . Comentando este texto dice: “Los Budhistas del Norte, y en realidad todos los chinos, encuentran en el profundo rumor de los grandes y sagrados ríos, la tónica o nota fundamental de la Naturaleza, y de ahí la comparación. Es un hecho bien conocido en Física, lo mismo que en Ocultismo, el que la resultante o combinación de sonidos en la Naturaleza (tal como se oye en el rumor de los grandes ríos, el ruido que producen al balancearse las copas de los árboles en los extensos bosques, o el de una ciudad a distancia) forma una definida nota única de tonalidad perfectamente apreciable. Esto lo demuestran los físicos y los músicos. Asi es que el profesor Rice, en su Música China, afirma que los chinos han reconocido este hecho millares de años, diciendo que “las aguas del Huang-ho, al pasar corriendo entonaban el Kung, llamado ‘el gran tono’ en la música china; y demuestra que dicho tono corresponde al ‘Fa’, ‘nota considerada por los físicos modernos, como la tónica actual de la Naturaleza’. También hace mención de lo mismo el profesor B. Silliman en sus Principios de Física, diciendo que ‘esta nota se cree ser el Fa del medio del piano; pudiendo, por lo tanto, ser considerada como la tónica de la Naturaleza”
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