absolum - espacio de conocimiento para compartir
Arte Salud
Ecología Mística
Ciencia Antropología, historia...
Otros temas

MÍSTICA > EDADES Y CICLOS PLANETARIOS

Antropología, Historia...
  Arte  
  Ciencia  
  Ecología  
  Salud  
  Mística  
Otros temas

Laberintos

Herejías y herejes de nuestro tiempo


 



 

 

Edades y ciclos planetarios

por Alexander Ruperti
extraido Biblioteca Astrología
-
ASTROLOGIA.EDADES
La estructura genérica de la vida

Hay dos modos distintos de enfocar el factor edad. El más familiar para los astrólogos es trazar los ciclos planetarios individualmente, interpretando sus fases en relación con la energía planetaria específica. Aunque mucho ha de ganarse de tal estudio, debe recordarse que todos los planetas se desplazan al mismo tiempo. La astrología holística no sólo se refiere a una visión holística del mapa natal y del individuo al que representa, sino también a una visión holística del sistema solar. La concentración en el ciclo .de un solo planeta produce una perspectiva desequilibrada.
El segundo enfoque es estudiar la estructura genérica de la vida humana estableciendo las etapas del desarrollo individual que normalmente pueden esperar sobre la base de la edad exclusivamente y sin tener en cuenta factor astrológico alguno. En realidad, este estudio debe preceder al primero, pues establece el cimiento genérico para la interpretación individualizada de las progresiones y los tránsitos; sin esta información, tales interpretaciones jamás podrán ser realmente útiles o vitalmente significativas en un sentido individual. No sólo pone los problemas actuales del cliente en una perspectiva, sino que también da una complementaria dimensión de significado a experiencias o acontecimientos pasados que pueden haber conducido a la crisis actual.


El Ciclo de los 7 años
El desarrollo completo del hombre como personalidad individual y alma insume teóricamente y aproximadamente 84 años, porque actualmente el índice de vida es mayor. Aquí se propone la división de este ciclo con la referencia de 70 años, y describen el fluir de la fuerza vital y establecen cinco niveles de integración que Rudhyar denominó: fisiológico (crecimiento físico), volitivo (voluntad de crecer), psicológico (las crisis o cambios mentales y su comprensión), social y espiritual-personal (período de comunicación del crecimiento espiritual y final de la vida).

Antes de los 35 años, el ser humano trata de construir su vida sobre las bases de lo que recibiera de su herencia familiar, las costumbres y tradiciones, su educación y su medio social. Durante este periodo surgen problemas con las ilusiones juveniles, el dominio de las imágenes paternas, y el triunfo sobre los obstáculos de su profesión o matrimonio, y sobre todas las cosas que son parte de la expresión de la vida. Por lo tanto, la característica de los problemas de la primera mitad de la vida, es un apego al nivel infantil de la consciencia y una resistencia a las fuerzas que se nos oponen y se nos presentan como negativas a través de las personas con las que nos relacionamos y nos permiten incluirnos en el mundo. La juventud halla la solución a estos problemas como actividad externa. Estos problemas surgen como resultado de expectativas exageradas, subestimación de las dificultades y optimismo o pesimismo injustificados, se presentan como contradicciones entre suposiciones subjetivas y los hechos externos. Por lo tanto, el individuo debe trabajar con las fuerzas de la integración para llegar a ser una personalidad creativa y completa, debe tratar de asimilar e integrar en sí mismo tanto como pueda del universo, no sólo el alimento físico sino también el conocimiento y la sabiduría de las generaciones pasadas y la sustancia social de las relaciones, desde el sexo hasta la política.

Si esta integración se cumple efectivamente, el espíritu descenderá en la personalidad integrada alrededor de los 35 años. El resultado de la visita del espíritu, si tiene lugar en un nivel inconsciente profundo, inadvertido por el conocimiento consciente, resultará claro durante la segunda mitad de la vida en que la personalidad afianzaría su conexión con el espíritu a través de su Alma. Durante esta segunda mitad, se volvería a iniciar un crecimiento y lo adquirido se moldearía sobre las acciones de la persona. La verdadera integración de la personalidad revela una vida cada vez más creadora, luminosa, tranquila y la capacidad de conectarse con los demás logrando una integración mayor y grupal y dirigiéndose hacia una vida más noble.

La conducta del joven condiciona el modo en que se desarrollan la consciencia y las reacciones sociales y personales cuando se es un adulto a punto de entrar en la vejez. Los fracasos y los triunfos, los temores y los enfrentamientos experimentados en la juventud deberían aportar una cosecha de valor en el adulto que pasa por los cincuenta años de vida. Será importante todo lo que ayude al descenso o declinación, al camino hacia la vejez, y al desarrollo de una conciencia mayor. La transición desde la mañana de la vida al atardecer de la vida, significa una reevaluación de los propios valores primeros. Finalmente uno debe poder a apreciar lo opuesto de los propios ideales. No se trata de que uno deba dejar lo que parecía bueno y verdadero, y vivir en oposición completa a lo anterior, lo que se debe aprender es la lección de la relatividad o el equilibrio de los opuestos. Es decir conservar los valores anteriores mientras se reconoce el valor de sus opuestos y admitir conscientemente la validez relativa de todas las opiniones. Esto es lo que se significa el desarrollo de la conciencia en la segunda mitad de la vida y este desarrollo no es fácil.


Hemiciclo Creciente

Edad de 0 a 7 años:
Desarrollo del nivel orgánico del cuerpo, de sus órganos y sus armónicos psíquicos. Ajuste básico a las presiones externas, especialmente dentro de la familia.
Durante este período, se construye el cuerpo y las estructuras psíquicas básicas de la personalidad futura. La sustancia o los valores que llenarán estas estructuras es dada por la herencia genérica familiar y cultural, por las condiciones ambientales que prevalecen en el tiempo y el lugar del nacimiento. Estas producirán oportunidades de crecimiento armonioso o frustrante. Todo lo que ocurra en este nivel orgánico del desarrollo dejará su marca, no sólo sobre el crecimiento biológico del niño, sino también sobre sus instintos básicos y las armonías psicológicas esenciales de estos instintos.
En este período de crecimiento y aprendizaje, el niño no sólo logrará entre el 70 y el 74 por ciento de su potencial físico de crecimiento, sino que al mismo tiempo deberá dominar las aptitudes para vivir como un ser independiente. Aprende a alimentarse y vestirse, a caminar, hablar, leer, escribir y efectuar cálculos aritméticos sencillos, también aprende sobre los peligros específicos de su medio ambiente y las cosas necesarias para la supervivencia, incluida la conducta negativa o antisocial como mentir, engañar o robar. Para esta época se forman en él sus valores y creencias básicos. Estas cosas dan al niño una actitud particular hacia la vida, y muchos psicólogos son de opinión que el adulto nunca consigue vencer y transformar lo que se construyó en su cuerpo y en su psiquis antes de los siete años de edad.
Los factores faltantes, como una falta de calcio durante esta época, inhibirá el desarrollo de huesos fuertes y derechos. La falta de amor inhibirá el desarrollo de la capacidad de amar del niño.

Edad de 7 a 14 años:
Construcción del poder del ego consciente; desarrollo del sentido del Yo. Comprobación de los propios poderes personales en auto expresión activa.
El primer periodo termina antes de cumplirse los siete. Este cambio de fase ocurre en la época en que salen los primeros dientes permanentes, síntoma de una crisis orgánica y espiritual básica, porque debe entonces masticar y enfrentar sus experiencias desde las características de su ego, y no sobre el ejemplo de su madre. El equivalente psíquico de los dientes, es el desarrollo del ego como una estructura psíquica independiente. El "yo" empieza a operar más fuertemente cuando el niño habla cada vez más de si mismo en primera persona. Desde que el niño nace hasta que dice "yo", es una expresión de la influencia de los padres más que un organismo psíquico autónomo. Esto es así sin tener en cuenta si el niño acepta o se rebela contra la imagen que sus padres y su familia intentan grabar en él.
Durante este período, empieza su existencia verdaderamente personal, y el niño dará una respuesta cada vez más clara e individual a la vida. Tratará de exteriorizar sus sentimientos con ciertas actitudes y creará situaciones deliberadas para poner a prueba las reacciones de su cuerpo, de su psiquis, y cómo reaccionará su familia y sus compañeros. Para construir su sentido del "yo" y su poder personal, el niño deberá efectuar ademanes enérgicos y adoptar una posición personal y ver qué ocurre. Deberá también medirse contra las inclinaciones impuestas por los padres, maestros, figuras de autoridad y sus iguales.
El resultado de este segundo período es la autoafirmación creadora, el desarrollo de la voluntad. Para expresarse armoniosamente, el niño deberá poder asimilar totalmente la experiencia que la vida le da. Lo que ocurra durante este período influirá sobre su capacidad para revelarse a sí mismo y expresar externamente a lo que se revela o reprimirse. La voluntad puede expresarse a través de actividades dirigidas contra algún adversario potencial o real o creativamente a través de diferentes actividades. Esto puede verse en los juegos competitivos de los niños con sus oportunidades para el ejercicio de liderazgo, proeza y poder, cuyo ejemplo extremo es la guerra de pandillas. Por otro lado, esta misma fuerza volitiva puede expresarse a través del juego espontáneo artístico, especialmente a los 10 años y medio de edad que es el punto medio de este período de 7 años, por que en la creatividad se usan materiales para amoldarlos y transformarlos en lo que él quiera que sean. Aquí la dificultad es que el niño en esta edad descubre que sus esfuerzos creadores son sofocados por las estructuras y tabúes sociales y culturales del mundo de los adultos. En algunos casos los juguetes no le dan la oportunidad de que aparezca la creatividad individual, y el niño pierde el entusiasmo del auto descubrimiento al ver los resultados de sus esfuerzos para modelar y transformar la materia prima. Nace entonces un ser con una mentalidad colectiva en vez de un individuo.

14 a 21 años de edad:
Desarrollo emocional y mental del nivel psicológico. Auto orientación centrada emocionalmente en socios, amigos, compañeros, lo mismo que hacia la cultura, la religión y las instituciones de la propia sociedad.
El período de siete años empieza con la crisis de la pubertad. Ahora debe tener lugar una diferenciación consciente de los padres. Al padre y a la madre se los debe ver ahora como adultos (aunque en el sentido más estricto este término no se aplica a menudo), como seres humanos con el derecho a cometer errores, y no como las figuras infalibles paternas de la primera niñez.
El sentido de la responsabilidad en las propias relaciones íntimas, presenta la exigencia central de la adolescencia. Antes de los 14 años de edad, el joven se expresa creativamente y afirma su voluntad sin necesariamente consideración alguna hacia los resultados de sus acciones o su efecto sobre otras personas. Su deseo fundamental es simplemente ser él mismo descubrir a. través de la experimentación las posibilidades latentes dentro de él.
De pronto, en la arremetida de la adolescencia que no ocurre gradualmente, siente un nuevo impulso que crece dentro de él, el impulso de formar relaciones profundas y significativas. A causa de los cambios biológicos y glandulares, nace el amor adolescente y se convierte en el primer motor de este ciclo. En el nivel biológico sexual, empieza a sentir el impulso de participar en el ritmo de la totalidad más vasta, la raza humana.
Aparecen las fuerzas aparentemente negativas, tanto dentro como fuera del individuo, le introducen en el mundo. Cosas que antes no eran parte de su experiencia son ahora de mucho interés para él. Se ensanchan los horizontes por primera vez: el joven debe aprender por contraste (el aspecto de la oposición) quién y qué es, y el amor se convierte en el gran revelador. El enfrentamiento es la naturaleza del aspecto de la oposición, el amado se convierte en la imagen espejada de él mismo. Es decir que inicialmente el amado es una figura idealizada que se basa en las ilusiones de la niñez y que es formada por los medios masivos de comunicación. Cuando la imagen ideal se proyecta en un ser humano real, la experiencia de la diferencia debería obligarlo a modificar esas ilusiones. El amado puede, a su tiempo, llegar a ser una relación consciente y verdadera si logra reemplazar la proyección. Antes de que el individuo que crece pueda darse cuenta realmente de su verdadero potencial deberá primero contemplarlo, y el Amor es esta Contemplación.
Los años de escuela no solo son acumulación de datos, sino responsabilidad social, por que son los años de la educación superior y de la educación voluntaria. Antes el niño estaba legalmente obligado a permanecer en la escuela. Ahora a los 14 años el estudiante está en libertad de marcharse; y si se queda, es porque él lo decide. Aceptando la responsabilidad de su propia educación asume una responsabilidad adulta. Hacia el final de este período, debería ocupar social, política y profesionalmente su posición individual.

21 a 28 años de edad:
Nivel sociocultural. Elección de socios y de la clase de participación social. Establecimiento de la actitud básica hacia los frutos del pasado personal y socio-cultural. Rebelión contra la familia y/o la sociedad.
Este período es el esfuerzo para abrirse camino en el mundo profesional comercial y cultural; y para adaptarse tan bien como sea posible a la vida de la comunidad. Se presenta la necesidad de separarse del pasado, de las actitudes de la vida despreocupada de los años escolares; y muchos de los ideales y objetivos que antes se tenían deberán examinarse bajo una nueva luz y adaptarse a las realidades de la existencia cotidiana de los adultos. Esto puede ser difícil, porque el joven tiende a apegarse a sus actitudes emotivas adolescentes, y le gustaría seguir actuando según los deseos estrictamente personales. En esta fase se deberían caer los últimos restos que quedan de la adolescencia. Por eso después de los 21 años, las personas procuran por lo general, estudiar, construir sus propias familias, se instruyen para un trabajo, se casan y tienen sus hijos. La gran mayoría ha experimentado estas cosas antes de llegar a los 28 años, o están buscando la manera en que quieren organizar su vida.
Las experiencias son en el nivel de la actividad cuando el individuo se encuentra con las dificultades que la vida le pone para elaborar su propio destino de manera objetiva y concreta con oportunidades nuevas e interesantes. Habría una evaluación del pasado, señalando las cosas que deberían dejarse atrás, y se debería romper con los hábitos e ideales establecidos, o por lo menos reconsiderarse y modificarse, tarea que a menudo es muy difícil. Estas necesidades personales sólo podrán satisfacerse atendiendo a las necesidades de la sociedad, es decir actuar responsablemente en todos los tipos de relación, interpersonales o sociales, y el resultado dependerá de la fuerza de voluntad que se use para alcanzar la madurez psicológica.
Por lo tanto, todo lo que se experimente antes de los 28 años girará en torno de la propia relación con su familia, y con todo lo que la haya sustituido. Deberá crecer y descubrir su verdad y finalidad vital mientras vive dentro de un medio familiar. Al mismo tiempo, deberá efectuar un esfuerzo para crecer fuera de la familia y separarse psíquicamente de sus influencias predominantes, para ser un verdadero individuo.
Lo que ocurre después de los 28, hasta la próxima crisis principal de la vida cerca de los 56 ó 60 años, será el resultado de las opciones tomadas y de las actitudes adoptadas antes de los 28 años. Por tanto, lo que debe entenderse es que cuanto se haga antes de los 28 representará psicológicamente los diversos modos adoptados en el esfuerzo por salir del núcleo familiar y de las presiones del medio ambiente social. La opción de esto es ajustarse pasivamente aceptando tranquilamente y siguiendo los modelos y pautas familiares y sociales establecidas.

28 a 35 años de edad:
Nivel individual o personal. Liberación de la expresión creadora de la personalidad. Posibilidad de un segundo nacimiento, como germen creador del futuro. Negativamente, cristalización progresiva de la actitud personal en términos de pautas sociales ancestrales y existentes.
Este periodo es importante por que el individuo nace de lo colectivo. Cada individuo es la suma total del pasado colectivo hasta los 28 años, y es el resultado de su herencia ancestral y cultural. La finalidad de estos primeros 28 años, es asimilar todo lo que uno pueda de este pasado, y recién entonces podrá emerger el verdadero individuo creador. La personalidad podrá fluir de las influencias y frutos colectivos del pasado, mientras que en el renacimiento aún por venir, el yo espiritual nacerá de la personalidad.
Lamentablemente muchas personas siguen manteniéndose adherentes pasivas de sus modalidades ancestrales, y no se dan cuenta que a los 28 años, se abre una puerta con la oportunidad de empezar a afirmar su verdadera individualidad, manifestando su propio destino único con algún ideal, meta o función y efectuando su propia contribución particular al mundo. Esta necesidad llega alrededor de los 28 años porque es la época de un posible segundo nacimiento en el nivel del logro psicológico y mental que es el comienzo potencial de la vida como individuo creador. Es la oportunidad de dar un nuevo significado a la vida, basada en una actitud verdaderamente individual y en la capacidad de relacionarse responsablemente con la totalidad mayor de la que uno puede ser parte conciente y creadora.
Deberá descubrir sus propios modos de ocupar una posición individual e independiente en relación con los problemas que escoge afrontar. En otras palabras, la prueba es cómo usar el propio legado del pasado en todos los niveles como un medio para revelar la verdadera identidad espiritual. Por esto es importante, cerca de los 28 años, transformar nuestra relación con el pasado de modo tal que, en vez de ser simplemente una expresión de él, una persona pueda decidir cómo lo usará como medio para contribuir a algo nuevo.
Desde los 28 hasta los 42 años el resultado básico será el establecimiento claro del yo como una personalidad integrada que trabaja de un modo nuevo y particular en la propia comunidad, y hasta es capaz de producir algo de valor dentro de esta comunidad. También surgirá una búsqueda espiritual que se irá afirmando con su crecimiento y en algunos casos con alguna actividad alternativa.


Hemiciclo Menguante
35 a 42 años de edad:
Nivel individual o de la personalidad. Culminación de la energía física y personal. Cristalización de la actitud personal en términos de la actividad y la conciencia desarrollada entre los 28 y los 35 años de edad. Necesidad de decidir claramente lo que uno quiere hacer en la vida, conduciendo tal vez a intentos de purificar la personalidad.
Este periodo marca el comienzo del ciclo menguante de la vida. Antes de esta época, las energías vitales se estuvieron construyendo y expandiendo y ahora empiezan su onda descendente. Desde este punto en adelante, cada nivel sucesivo será una expresión introvertida de su contraparte extravertida durante la onda ascendente, y entrarán en juego los valores e ideales opuestos. El nivel extrovertido correspondiente a la edad entre los 35 y los 42 años es el periodo que lo precede inmediatamente, la edad de los 28 a los 35 años. Ambos son niveles de la personalidad y el primero se ocupa de las manifestaciones externas y la liberación de energías creadoras; mientras que el período entre los 35 y los 42 años se ocupa de las actitudes y creencias personales de la creatividad. Este período hace más concreto lo que se inició en el anterior.
Del periodo entre los 28 y los 42 años, la exigencia básica de la vida, es ser un yo y ocupar el propio lugar en el mundo. Esto significa ser autodeterminado y auto sostenido, consciente del destino individual. Pero para poder afrontar este destino de la ida, se deberá primero liberar de los vestigios finales de las influencias externas, y escoger conscientemente su propia reacción básica ante la .vida. La mejor oportunidad para tal conocimiento del Yo llegará a los 35 años de edad, que no sólo es el punto medio de este período, sino también el punto medio del ciclo vital mismo. Aquí resulta posible para una persona "ver" por qué "hace" lo que hace, y luego decidirse a hacerlo o no, y la elección exige una aceptación de la responsabilidad.
Mientras una persona permanezca atada por los hilos psíquicos de alguna imagen materna, ya sea ésta una persona individual como un padre, un cónyuge o un mentor espiritual, un grupo o institución o una ideología, tendrá algo fuera de sí que determinará sus acciones y que asumirá la responsabilidad de ellas. Los sentimientos de culpa o inferioridad proporcionan una excusa excelente para perpetuar esta inmadurez emocional, porque son alimentados por el recuerdo de los fracasos pasados, y por la proyección de estos fracasos en el futuro. El rechazo a aceptar la responsabilidad de los fracasos lo coloca a uno en la posición de victima permanente y queda a merced de cuanto haya escogido para que la imagen le gobierne su vida.
Si durante el periodo entre los 28 y los 35 años una persona no logra separarse de la necesidad de ser una víctima psíquica, la visión que percibe a los 35 años puede, al menos temporalmente, darle otra oportunidad. Si no la toma, al no lograr ver que son sus creencias las que deben transformarse, saldrá en busca de nuevas técnicas, una nueva ideología, un nuevo mentor o un nuevo cónyuge. Por desgracia, ninguno de éstos proveerá solidez para que pueda afrontar las crisis del siguiente período de 42 a 49 años, en la que en las mujeres la experiencia de la menopausia podría ser caótica y hasta trágica.

42 a 49 años de edad:
Nivel sociocultural. Lleva a una vida rutinaria y a una sumisión a las cosas como son, o a la necesidad de rever actualmente la propia actitud hacia los íntimos. Intento de efectuar un nuevo comienzo en la vida.
Esta fase del ciclo corresponde al periodo entre los 21 y los 28 años. El primer período simboliza la naturaleza extrovertida de ese tiempo, porque el adulto salió para introducirse en el mundo, tal vez se casó, se estableció socialmente y creó sus propias relaciones interpersonales. La primera exigencia de los 42 a 49 años, es la necesidad de hallar el significado y el valor reales en las propias relaciones interpersonales y sociales. Establecer una nueva actitud hacia las propias relaciones tal vez exija que se rompan ciertas pautas habituales de muchos años de duración. A menudo no se aplican más motivaciones extrovertidas para mantener relaciones; y deberá hallarse un valor personal basado en la necesidad y la calidad. Las presiones familiares, las consideraciones comerciales y sociales no necesitan más dictar la selección de los propios amigos. Para esas relaciones un matrimonio que se mantuvo junto por el bien de los hijos se podría disolver cuando esos hijos crezcan y se termine la labor conjunta como padres. De modo parecido las relaciones que originalmente se formaron porque adelantarían la propia carrera o posición social se tornan carentes de significado al llegar a la meta social o comercial.
Los problemas que surgen se basan en una sensación de soledad., y para compensar esta sensación de aislamiento uno puede tratar de huir introduciéndose en el mundo de los sueños (melodramas, novelas románticas y cosas parecidas), de dedicarse solo a su trabajo o actividades sociales, lanzarse a alguna aventura heroica, o hasta huir del hogar para iniciar la vida de nuevo. Puede también positivamente, encontrar una actividad física o espiritual, que comience a confortarle realmente.
Durante todo este periodo puede fluir una corriente subterránea de ansiedad, una sensación general de última oportunidad ya que continúa a la crisis de los cuarenta años en que se reconoce la necesidad de las cosas o relaciones y no la cantidad. Aún así uno puede encontrarse tratando de agarrar el amor por la fuerza y los trastornos emocionales que acompañan al enamoramiento precipitan un nuevo género de crisis adolescente. Mientras el adolescente se enamora del amor, las personas cuarentonas buscan el amor para absorber o borrar una sensación de fracaso. Buscar un nuevo comienzo para encontrar el amor antes de que sea demasiado tarde, puede tener por resultado un grave desorden emocional y su resultado puede ser trágico.
Durante los 35 y 42 se comienza a considerar la edad y entre los 42 y 49 años se tiene el conocimiento consciente de que se está en la segunda mitad de la vida. Es cuando se contempla el envejecimiento de la propia generación, la muerte de la generación de los padres de pronto, y un día, uno llega a darse cuenta de que se es la generación más vieja. Si una persona olvidara por un instante la realidad de su edad, sus hijos adultos y los medios masivos de comunicación le servirán de recordatorio constante. La reacción natural e inmediata a esto es la negación, tratando de prolongar la juventud imitando la vestimenta, los amaneramientos o el modo de hablar de los jóvenes, y hasta no asociarse con los mayores, como si el envejecer fuera una enfermedad contagiosa. Hoy en día la cirugía estética promueve la juventud y la negación de aceptar la propia edad.
En sus cuarenta años, una persona nota que su cuerpo comienza a perder progresivamente su energía y resistencia, y que no puede depender más de él como lo hiciera automáticamente en el pasado. Esto causa ansiedad y preocupación por el cuerpo, qué apariencia tiene, cómo se siente y comporta. Según lo que cree la mayoría de la gente, el cuerpo está atado a su aptitud para amar y ser amado, esta preocupación se experimenta en el nivel de relación. La menguante potencia sexual de un hombre puede inducirle a buscar la compañía de una mujer más joven como prueba de su virilidad. Para una mujer, el problema es enteramente diferente porque su impulso sexual puede ser más fuerte hacia los cuarenta años; sin embargo, puesto que siempre juzgó su sexualidad en términos de su deseabilidad, la aparición de arrugas, el aflojamiento de la piel y otras señales externas de la edad son igualmente traumáticos.

La conciencia de la declinación física señala la necesidad de un cambio básico de la propia actitud tanto hacia los demás como hacia uno mismo. Las soluciones extrovertidas no se aplican más, y uno deberá darse cuenta, durante este periodo, que no está en vías de ser más fuerte, más rico o mejor. Lo exterior empieza a deteriorarse, lo mejor sería concentrarse en lo interior. Esta no es la aflicción de la vejez, sino su recompensa. Cuando la .vitalidad física empieza a menguar, hay un desarrollo complementario de los poderes internos y una búsqueda espiritual. Las energías de la personalidad se concentran en la mente y el alma individual. La capacidad mental podrá seguir siendo tan fuerte como siempre, y donde el individuo logró madurez psicológica, esa capacidad se volverá mayor aún.
La mente también se cansa sólo en aquellas vidas en las que el temor y la tensión emocional impiden a la persona cambiar sus actitudes y les hace rebelarse insensatamente contra el proceso normal de envejecimiento. De hecho, el que se cansa es más bien el ego que la mente; el ego desiste cuando se enfrenta con la necesidad de un cambio básico de perspectiva o cuando se le llama para que dé un paso en una nueva dirección, con el que no esté familiarizado. Lo que le agobia no es el cuerpo sino las pautas habituales y fijas de pensamiento que penden en tomo de su cuello como una rueda de molino.
En sus cuarenta años, si una persona logró el estado de integración de la personalidad y se liberó de las exigencias inconscientes de sus creencias, este período puede señalar el tiempo de una real iluminación del espíritu o de algún cambio profundo en la dirección positiva de su vida.

49 a 56 años de edad:
Nivel psicológico. Educación de los demás. Se asume una mayor responsabilidad social, negativamente es rigidez mental debida a incapacidad para cambiar la actitud vital y la conducta adoptadas.
Este período corresponde al Nivel Psicológico extrovertido desde los 14 a los 21 años de edad. Así como el joven en crecimiento que trata de introducir su egoísmo infantil en la vida adulta deberá pagar con fracaso social su egocentrismo, de igual modo quienquiera que desee en el atardecer de la vida el objetivo de hacer dinero, logro social o ambición dinástica deberá pagar por ello con perjuicio para su alma.
La lección que hay que aprender es que se puede y se deben recoger los resultados de la vida que se vivió. La persona atravesará un proceso de separación de las antiguas imágenes y los hábitos y actitudes fijas. Si bien en el nivel psicológico extrovertido al individuo se le pide que rompa con las pautas familiares y se libere de los conceptos tradicionales que le impusieran en la escuela, a los 52 años se le pide que despida los recuerdos de sus fracasos pasados, de las dificultades psíquicas u orgánicas que las crisis de los cuarenta años pueden haber producido. Deberá limpiar la pizarra psicológica preparándose para el tiempo en que empieza alrededor de los 59 años.
Aquí se destaca nuevamente el apego o la identificación con los padres o con las actitudes familiares, sin embargo, esta vez de modo introvertido, o más en un nivel psíquico que físico. Durante el periodo psicológico extrovertido de la edad, entre los 14 y 21 años, muchas personas jóvenes intentan romper los lazos de la dependencia psíquica de los padres abandonando el hogar. Pero rebelión no significa libertad, y la solución extrovertida no resolvió un problema que es subjetivo; por lo tanto en el correspondiente nivel psicológico, reaparece el problema. Esta vez uno ya no depende financieramente de sus padres, por el contrario, ellos tal vez dependan financieramente de uno; y si vive con ellos, es más bien el hogar de uno que el de ellos. Una vez más uno afronta todas las actitudes y los valores que en su juventud hubiera desechado simplemente porque provenían de sus padres. Ahora tiene la oportunidad de escoger conscientemente aquellos valores hereditarios, ver objetivamente a sus padres. Si los padres mueren o deben ser internados en una residencia antes de que uno pueda experimentar una relación verdaderamente personal con ellos, entonces uno puede quedarse por el resto de la vida con una sensación de algo trunco. La culpa sobreviniente podrá alzar una barrera formidable ante la verdadera experiencia del Yo y entonces uno pasa a la tercera etapa de la vida y al renacimiento potencial a los 60 años de edad con una pizarra permanentemente manchada.
A los 50 años se ingresa a la fase regenerativa. Esto puede aportar profundas experiencias ocultas. La crisis mental-psicológica de los cuarenta años se convierte ahora en una crisis biológica. Durante este período uno verá los resultados concretos de cuanto tuvo lugar hacia la mitad de los cuarenta años. Si la persona no logra enfrentar constructivamente los impedimentos de los obstáculos físicos o las obstrucciones psicológicas que surgen de su fracaso para convertirse en una personalidad integrada, entonces ahora verá una cristalización gradual de las actitudes y creencias psicológicas y sociales establecidas que él no tenía la voluntad interior para modificar. Se convertirá en "demasiado viejo para cambiar".
La persona que se las ingenia para vivir de manera positiva este período, porque tiene valentía espiritual, fe y un sentido bastante fuerte del destino para atravesar cuantas crisis o tragedias le aportó la vida, debe ahora traer la cosecha de sus experiencias a un estado de semilla. En otras palabras, estará lista para asumir mayor responsabilidad social y enseñar a los demás sobre la base de lo que aprendió y experimentó. Estará lista porque en el anterior período, intentó consciente y deliberadamente cambiar su relación con la sociedad. Tras unos treinta años de productividad durante los cuales la tendencia es juzgar todo y a todos en términos de esta productividad y sus frutos, uno está ahora listo para introducir una nueva cualidad en sus relaciones, la cualidad de la sabiduría. En sus días más jóvenes, recibió del pasado un vasto legado de conocimiento, habilidades y comodidades, y al comprender esto, estará listo, al final de su vida para devolver a la sociedad, y especialmente a la juventud, a los nietos o con otros adultos, los frutos de la larga experiencia que recibiera. Esta tarea puede hacerse a través de variadas actividades.

56 a 63 años de edad:
Nivel del poder. Posibilidad de un tercer nacimiento. Demostración de la capacidad de enfocar la cualidad espiritual del ser inherente al nacer a través de la personalidad. Nuevas actividades o, negativamente, ulterior cristalización de la mente y respuestas sentimentales.
El período de los 56 a los 60 años de edad es tan importante como el de los 27 a los 30. El año 56 coincide con el tercer nacimiento. Esta es la segunda oportunidad en toda vida para reorientar y transformar el carácter incluyendo las necesidades o conocimientos espirituales adquiridos, lo mismo que la naturaleza de las propias relaciones humanas. Siendo capaz de verse de un modo nuevo, se posibilita encontrarse con los demás de un modo nuevo, y así comenzar un nuevo género de participación social. Lo que en este tiempo puede ocurrir positivamente, es la decisión consciente de consagrar el atardecer de la propia vida a alguna forma de realización. Negativamente, significa dejarse ir y establecerse en una forma cristalizada y limitada de la existencia física y mental que es el retiro.
Una nueva tendencia empieza a desarrollarse a los 56 años y esta llegará a una oportunidad a los 59-60 años y se definirá más claramente durante el transcurso de los 60 años. Una nota clave se fijará aquí para los restantes años de vida, o al menos hasta los 70-72 años de edad, después de lo cual empieza la vejez, como se la considera ahora. Pero, la vejez puede empezar realmente a los 60, si la persona no adopta una actitud positiva hacia el cambio de dirección de la vida, que iniciara a los cuarenta. Cuanto más haya vivido la persona diferente de la existencia rutinaria promedio impuesta por la sociedad moderna, es más probable que el periodo de los 56 a los 70 años sea positivo. Desde la época de la antigua Grecia, los 60 años de edad se consideraron la edad de la filosofía en el sentido de una búsqueda del significado esencial y de los valores fundamentales espirituales. Este debería ser el principal interés durante el atardecer y el anochecer de la vida.
En la vida del individuo Creador, debería haber un esfuerzo para armonizar la propia perspectiva individual con las necesidades reales de lo colectivo. Entonces será posible actuar más sabia, serena y eficientemente en todas las relaciones. El individuo creador usará estos últimos años para aportar a su comunidad los frutos espirituales y socio-culturales de su experiencia y reflexión a través de diferentes actividades. Por esto tal vez reciba reconocimiento más que honor y fama, y tal vez un grado relativo de seguridad. Si la comunidad no aprecia el valor de su cosecha entonces estos últimos años podrán ser solitarios.
En esta época de la vida podrá ocurrir una repolarización. Esto exige una revisión de todo lo que uno asimiló durante su vida, decidiendo qué conservar, qué desechar y que pasar a las generaciones futuras. Nunca es demasiado tarde para empezar la tarea de desechar lo que no es esencial, y fortalecer, aclarar y, si es necesario, registrar para las generaciones venideras la cosecha de la propia experiencia. Se debe hacer esto durante esta fase de la vida, porque a los 60 años de edad uno estará mejor adaptado para realizar el trabajo. Lo que debe contar no es tanto el tiempo que se gaste en la tarea, sino la calidad del logro.

63 a 70 años de edad:
Nivel corporal u orgánico. Preparación consciente para lo post mortem, o la senilidad. Sabiduría radiante o, negativamente sensación de tedio, vacío, futilidad. Se trae la vida a alguna suerte de consumación seminal.
Los 63 años son una edad particularmente crucial. Los 66-67 años pueden significar una nueva y grande aventura en los reinos espirituales. Por otro lado, si la persona no tiene nada positivo que ofrecer a la sociedad o no está abierta a los nuevos reinos de la conciencia o la fe, entonces el proceso de cristalización corporal y disminución de la vitalidad asume un poder adicional.
La última alternativa ocurrirá a los 63 años y significa la separación gradual del yo creador respecto del cuerpo y de la establecida existencia rutinaria. Esta separación puede deberse a un sentimiento de desesperación ante el modo con que la sociedad y el poder de la tradición siguen frustrando todo esfuerzo creador del Yo. Puede ser también el resultado final del fracaso de la personalidad externa para afrontar la crisis de los cuarenta años y para ocuparse de sus resultados durante los cincuenta años de modo constructivo.
Como siempre, el papel positivo lo representa el espíritu interior y la fe. Cuando la vida personal cotidiana no puede contribuir más a nada de valor para el espíritu, entonces el espíritu se retira gradual o repentinamente. Entonces, al cuerpo y a la mente se los deja desintegrar o, por un tiempo, cristalizar. Se envejece por falta de interés en la Vida, o por una sensación de fracaso para recoger cualquier cosecha de valor de la experiencia personal. Esto significa la muerte por automatismo, ausencia de significado o senilidad. Muchas personas están interiormente muertas y sus cuerpos están aún orgánicamente vivos, y algunas están realmente vivas, y sus cuerpos no funcionan más.


Más allá del ciclo vital de setenta años.
El sentido de la responsabilidad para con el futuro propio y el de la humanidad que puede haber redirigido la vida desde los 60 años en adelante, puede llegar a una tercera pubertad cerca de los 73-74 años. Si el final de la vida es consagrado a intentar convertirse en semilla del futuro en términos de lo que el individuo realizó durante su vida, entonces ahora puede establecerse en un nuevo ritmo de contactos vitales entre el individuo y la sociedad y entre el ego consciente y el espíritu interior, dependiendo de dónde se concentre la atención. Si el cuerpo resistió la tensión de este nuevo tipo de relación desde los 70 años en adelante, entonces los frutos de esta nueva relación conducirán a un cambio ulterior del magnetismo a los 77 años de edad. Entonces, a los 84 años, ocurre un cuarto nacimiento. Esto introduce al individuo en un nuevo reino del destino, en una desintegración de la personalidad o en la inmortalidad (relativa).


El ciclo de siete años
En la primera mitad del ciclo, 3½ años, se manifiesta una tendencia involutiva sobre la Actividad y el esfuerzo para Incorporar el nuevo impulso nacido en el primer año, y para hallar un medio adecuado para Concretarlo.
La segunda mitad del ciclo, de los 3½ años a 7 años, marca una tendencia evolutiva con acento sobre el crecimiento de la Consciencia. Debe haber un intento de expresar Valores y Significados individuales a través de ideas y de la actividad de grupos.


Principales correspondencias astrológicas con el Factor Edad
7 años: Cuadratura creciente de Saturno a su lugar natal.
12 años: Primer retorno de Júpiter a su lugar natal.
14 años: Oposición de Saturno a Saturno natal.
19 años: Empieza el nuevo ciclo nodal.
21 años: Cuadratura menguante de Saturno a su lugar natal.
24 años: Segundo retorno de Júpiter a su lugar natal.
27½-28 años: La Luna progresada retorna a su lugar natal.
28 años: Urano en trígono a Urano natal; inversión de la posición de los nodos de la Luna.
29½-30 años: Saturno retorna a su lugar natal.
30 años: El aspecto de Sol-Luna natal se repite en las progresiones. Júpiter se opone a Júpiter natal.
36 años: Segunda cuadratura creciente de Saturno a su lugar natal. Tercer retorno de Júpiter a su lugar natal.
38 años: Empieza el nuevo ciclo nodal.
42 años: Oposición de Urano a Urano natal; Neptuno en cuadratura creciente a Neptuno natal; oposición de Júpiter a Júpiter natal.
44 años: Segunda oposición de Saturno a su lugar natal.
47 años: Inversión de la posición de los nodos de la Luna.
48 años: Cuarto retorno de Júpiter a su lugar natal.
51 años: Segunda cuadratura menguante de Saturno a su lugar natal.
55 años: La Luna progresada retorna por segunda vez a su lugar natal.
56 años: Urano en trígono menguante a Urano; comienzo del cuarto ciclo nodal. Segundo retorno de la Luna progresada a su lugar natal.
59-60 años: Segundo retorno de Saturno a su lugar natal; quinto retorno de Júpiter a su lugar natal; Plutón en cuadratura creciente a su lugar natal; el aspecto de Sol-Luna natal se repite por segunda vez en las progresiones.
63 años: Cuadratura menguante de Urano a su lugar natal.
65 años: Inversión de la posición de los nodos de la Luna. Tercera cuadratura creciente de Saturno a su lugar natal.
66 años: Tercera cuadratura menguante de Saturno a su lugar natal.
72 años: Sexto retorno de Júpiter a su lugar natal.
75 años: Comienzo del quinto ciclo nodal; tercera oposición de Saturno a su lugar natal.
80 años: Tercera cuadratura menguante de Saturno a su lugar natal.
82-83 años: Segundo retorno de la Luna progresada a su lugar natal.
84 años: Urano retorna a su lugar natal; séptimo retorno de Júpiter a su lugar natal; inversión de la posición de los nodos de la Luna.

CICLOS DEL DEVENIR Alexander Ruperti


 
 
2005-2024   ©opyleft   -   www.absolum.org   -   absolum.org[en]gmail.comSOBRE ESTA WEB